Un médico en la cocina, por Carlos Rodríguez Jiménez ( endocrino )
El mantener un peso correcto va unido a
un estilo de vida coherente. Hay que
plantear en su caso un cambio de hábito de vida, sin agobio y con naturalidad,
instruyéndose no solo en lo que se va a
comer, sino planificar una vida congruente. Es una batalla continua para casi todos. Hay quien no
necesita esas medidas, porque posee un autocontrol natural mejor desarrollado.
Contrariamente, otros ni reparan
en la necesidad de conseguir un equilibrio entre lo que gusta y lo que se debe
hacer.
No existe un Manual Personal de Alimentación y Comportamiento, que incluya esa
parcela del buen decidir y buen alimentarse. Hay que construírselo. La familia suele ser el medio adecuado
para educarnos en muchos aspectos, incluido el comer. En los colegios o
escuelas es muy necesaria esa instrucción alimentaria. Y las tendencias
personales a la autosatisfacción comiendo fuera de casa, suelen llevar a niveles exagerados.
Curiosamente bastantes productos alimenticios muy sobrados en calorías,
adquiridos en los mercados, no suelen ir acompañados de etiqueta nutricional.
No señalan su contenido en calorías, fibra, grasas, hidratos, et… Existe una verdadera anarquía de información
alimentaria.
A lo expuesto se añade la tendencia al
sedentarismo de nuestra cultura y al deseo natural de complacencia en la mesa y
el estrés emocional al que estamos sometidos en esta sociedad de consumo. Los
deseos de autosatisfacción ante las vicisitudes provocadoras de angustia
(familiares, profesionales, económicas, políticas…)
La obesidad - el simple sobrepeso - constituye
un importante problema de salud pública en todos los países, independientemente
del nivel de desarrollo. Un mal creciente y progresivo durante los últimos
años. Una proporción que ya se considera como epidemia por la Organización
Mundial de la Salud y repetidamente tratada por la EUFIC.
No vamos a extendernos en las abundantes y
precisas estadísticas concluyentes, realizadas por Organismos Internacionales o
Sociedades Científicas de todo el mundo. Sirva decir que el problema de la
obesidad está más que establecido, que hay que poner remedio a ello, porque el
peso físico de la humanidad, de
chicos y grandes, sobre todo en los países ricos, sigue aumentando
alarmantemente, con consecuencias lamentables para la salud, gastos públicos y
privados.
El exceso de peso ha superado el 50% de la población. La obesidad de diversos
grados supera el 14%. Comer de
forma incorrecta provoca: Retraso de de
crecimiento rendimiento escolar o profesional escaso, problemas de comportamiento, diabetes, hipertensión, gota,
esclerosis vascular, alteraciones cardiacas y cerebrales, hepatitis crónica,
degeneraciones articulares…
Obesidad se define como "exceso de
grasa en demasía", respecto a talla y sexo adecuados. Y esa definición
abarcaría desde un sobrepeso aparentemente banal, hasta obesidad mórbida.
El exceso de peso no significa
exclusivamente obesidad. A veces, se debe al incremento de masa muscular o
retención de líquidos orgánicos por diversas causas.
En la actualidad existen métodos
de notable precisión que miden por porcentajes y cantidades totales de grasa,
masa muscular, masa magra, masa ósea, contenido líquido y diversos índices que
facilitan diagnostico y control de esta "epidemia mundial".
El Índice de Masa corporal o IMC, es un
coeficiente por el cual nos regimos. No obstante, antes de considerar
las grasas como "enemigo público número uno", conviene recordar que
es aconsejable un consumo de grasas no inferior al 20 - 30% de la dieta
y el poseer un contenido graso de un 10-15% del peso corporal.
El índice de masa
corporal (IMC) es una manera muy simple y y bastante fidedigna, para conocer los niveles normales de
peso, sobrepeso u obesidad. Una forma científica, casi casera, de saber en
qué estado de peso nos encontramos, parte de una fórmula muy simple:
1. Peso;
por ejemplo: 70 kilos.
2. Altura;
por ejemplo: 1,65 metros.
3. Multiplicar
altura por sí misma: 1,65 ´ 1,65 = 2,72.
4. Dividir
el peso entre el resultado anterior: 70 : 2,72 = 25,7.
5. Interpretar
los resultados según la Tabla I
IMC
(Tabla I)
De
25 a 64 años = 20-24,9 (índice correcto)
Delgadez
< 18.9
Sobrepeso u obesidad grado I
27-29,9
Obesidad grado II
30-34,9
Obesidad grado III 35-39,9
Obesidad grado IV o mórbida superior
a 40
Metabolismo basal se define como el
gasto calórico o de energía en reposo. Cada persona posee su metabolismo basal,
que refleja el gasto de energía producido en reposo y en ayunas. Ello
varía según el sexo, la estatura y el biotipo. Oscila entre + 10 y -10, lo cual significa que personas
cercanas al límite inferior, tengan tendencia a ganar peso, mientras que las
más cercanas al límite superior tiendan a perderlo con más facilidad.
El metabolismo se mide con lo que denominamos calorías.
Las personas, dentro de unos límites normales, gastan en reposo más o menos
calorías. Tener un metabolismo normal alto equivale a verse favorecidos en
aligerar peso. Las personas que tienen menos gasto «queman» menos y tienen
tendencia a engordar. Su metabolismo es normal pero en límites bajos.
El ejercicio compensa el tan frecuente sedentarismo
de nuestra sociedad, y esa «pereza metabólica» que por naturaleza tienen
algunas personas. La mayoría de las veces se engorda con un metabolismo normal,
incluso alto, porque se come más de lo que se quema. «Quemar», en bioquímica,
es el gasto de energía que producen las células para su vida. Y la unidad o
molécula de intercambio de energía es el ATP (adenosintrifosfórico), originada
en las células.
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